El pasado 30 de mayo, tuve el privilegio de participar del lanzamiento del libro “Por el derecho a la locura. La reinvención de la salud mental en América Latina”, cuyo coordinador es Juan Carlos Cea Madrid, investigador y militante del Centro de Estudios Locos.
Este libro, presentando en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, se compone de testimonios de 10 activistas locas y locos de América Latina. Como señala una de sus autoras, María Isabel Cantón de Nicaragua, el texto fue escrito por personas que dejaron de lado los círculos de la narrativa de la psiquiatría y en la actualidad se encuentran construyendo las bases de un embrionario movimiento social y político que denuncia el abordaje y tratamiento de los dispositivos de salud mental de la psiquiatría y psicología tradicional hacia el sufrimiento subjetivo, pero que, además, realiza una reivindicación del derecho a la locura y a la existencia de la diversidad mental como un modo posible de existencia humana.
Es por ello que este trabajo posiciona el relato vivencial como voz válida para repensar la experiencia, los dolores, las formas de ser y las críticas y los rechazos que tenemos frente a la patologización, medicalización, la internación forzada y la tortura del electroshock que reciben millones de personas en nombre de la salud mental.
Como integrante de estos múltiples colectivos, quisiera comentar algunas de las características y puntos relevantes de la propuesta que estamos tejiendo y que se expresan desde distintos puntos en los testimonios de estos y estas activistas.
1. Autonomía política
Los colectivos y las individualidades que integramos este movimiento somos expertos y expertas por experiencia, es decir, poseemos diversos saberes respecto a nuestras vivencias emocionales y entendemos que la psiquiatría, como poder de control y normalización de las vidas de personas, no es la única alternativa para tratar los malestares subjetivos. Es por ello que hemos definido unánimemente reunirnos en espacios de organización y apoyo mutuo conformados solamente por personas que poseen la experiencia en los dispositivos de salud mental, deslindándonos así de los y las psiquiatras, psicólogos y profesionales de la salud occidental que entienden nuestras subjetividades conflictuadas por diversas razones desde el paradigma biomédico, cuyo rol ha sido la promoción del capacitismo y la estigmatización de la persona loca.
Por lo tanto, nuestra opción política es reposicionar a los grupos de apoyo mutuo creados por los movimientos de ex pacientes y sobrevivientes de la psiquiatría en los años 70, como alternativa organizativa colectiva viable de acogida, escucha, amor, cuidados, acción, despatologización y desmedicalización de nuestra subjetividad y cuerpo, por sobre los tratamientos basados en políticas públicas y leyes en el campo de la salud mental que promueven los estados capitalistas, heteropatriarcales, coloniales y capacitistas.
2. Activismo político, social, cultural y artístico
Si observamos nuestros discursos y praxis en América Latina -los principales focos de activismo que no están bajo la supervisión de la tutela de profesionales de la salud mental-, podemos reconocer que expertos y expertas por experiencia, estamos participando en espacios sociales y políticos por la defensa de los DD.HH de personas en situación de discapacidad; en programas de radios comunitarias bajo el alero de manicomios; en la acción de colectivos de locos y locas autogestionados; en grupos de apoyo mutuo en servicios de salud, bibliotecas y centros culturales; en la defensa de los postulados de la convención sobre los derechos de las personas con discapacidad; en centros de estudios recuperando la memoria e historia loca; en la creación de páginas web y blogs para compartir guías, libros, informes desde el enfoque de la antipsiquiatría, feminista y anticolonial; en la organización de la marcha del orgullo loco; en la elaboración y edición de libros y como artistas y escritores en diversas disciplinas del arte, educación y humanidades.
Por lo tanto, nuestro movimiento está inserto orgánicamente en distintos niveles de la vida social y política, escogiendo principalmente aquellos lugares estratégicos autónomos e independientes del estado y empresas, que nos permiten visibilidad, validación y despliegue de la reconstrucción de los tejidos sociales y emocionales entre pares en nuestro propio contexto.
3. Recuperación de la historia y memoria
Otro de los objetivos a corto y mediano plazo es conocer y recuperar nuestra historia y memoria de nuestro colectivo en distintos contextos históricos, políticos y territoriales y su vínculo entre la estrategia de opresión de psiquiatría con sistemas como el capitalismo, la expansión de la colonialidad del poder y la obligatoriedad de la heteronorma como régimen político.
Reconstruir la relación de las y los sujetos locos con la psiquiatría, nos permite reconocer la dimensión política de este aparato ideológico y cómo esta se ha ido transformando, reubicando y actualizando. Lo anterior se podrá desarrollar mediante la lectura de literatura, libros especializados de psiquiatría, prensa, las reflexiones de los movimientos antipsiquiátricos, sin dejar de lado el ejercicio de sistematizar y reflexionar sobre nuestro presente. Una de las necesidades es la multiplicación de iniciativas que contengan relatos, experiencias, reflexiones teóricas y guías prácticas para formar grupos de impronta antimanicomial química y física.
4. Construcción de un lenguaje y un relato propio para la acción colectiva radical
Otro de los aspectos relevantes que promueve el movimiento es la problematización, el cuestionamiento y reflexión respecto a las categorías lingüísticas que nos impone la psiquiatría y en importantes sectores de la psicología tales como enfermedad mental, trastornos con distintos apellidos, la idea de que el loco y la loca no tenemos propósitos en la vida, entre otros lenguajes enquistados en los sentidos comunes.
Para ello, es esencial apropiarse de las relecturas que han hecho nuestras colectividades desde los setentas a la actualidad para tejer nuevos entramados de significación y sentidos culturales, equilibrando con otra de las necesidades inmediatas: que los colectivos y redes de locos y locas se ubiquen desde posiciones radicales en todo ámbito, lo que significa, ni más ni menos, accionar en pos de revueltas y revoluciones, pues la lógica manicomial no solo es simbólica, sino también material.
Cerrando esta breve reflexión, es imposible no señalar que el texto tiene un valor invaluable para nuestras colectividades, redes, redes- esferas, es decir, para las personas locas, sobrevivientes de la psiquiatría, diversas mentales, usuarios/as y ex usuarios/as y entornos cercanos de los dispositivos de salud mental en Latinoamérica, debido a que es una herramienta política que condensa nuestra voz, nuestros procesos de recuperación y recomposición moral, dejando en el olvido la victimización para convertirnos en personas que colectivamente podamos trabajar en nuestros modos de pensar la política, en cómo enfrentamos los obstáculos y en nuestros vínculos con los distintos sistemas de explotación y opresión. Así, se ofrece un panorama que puede permitirnos a los locos y locas de este continente salir de las cadenas del diagnóstico y transformar nuestra vida desde la construcción de comunidades que cuiden y faciliten los flujos de los caudales emocionales y pasionales.
Este libro, como diría el profesor Carlos Pérez Soto, es un mapa de un movimiento social que aboga por los cuidados en su dimensión más profunda; la subjetividad en los marcos de una sociedad de capitalismo voraz que destruye el bienestar y el equilibrio de las personas con su explotación, endeudamiento y precarización de la vida.
Las, los y les invito a adquirir esta publicación inédita de análisis crítico de la realidad de la salud mental de México, Colombia, Uruguay, Argentina, Paraguay, Perú, Nicaragua, Costa Rica, Brasil y Chile.
Para obtener el libro pueden comunicarse con comunidad de trabajo Locooperativa alhttps://www.facebook.com/Locooperativa/