La relación conflictiva entre locura y feminismo es de larga data, cruzada por encuentros y desencuentros entre feministas de distintas vertientes y experiencias.
El principal nudo crítico que existe entre ambos es el afán de un importante sector de feministas que busca despojarse de cualquier subjetividad e identidad y dejo de locura, como principio, para posicionarse como agente político con una voz legítima frente a los poderes patriarcales.