Informe de Cecilia Ananías Soto y Karen Vergara Sánchez,
periodistas de ONG Amaranta.
(*) Esta nota fue escrita el martes 29 de octubre y estamos contando la crisis desde el sábado 19, que fue cuando se sumaron a las movilizaciones distintas ciudades del país. Mas, las protestas comenzaron antes en Santiago.
Hace diez días que el descontento social en Chile reventó en forma de gritos, cacerolazos y barricadas, movilizando a millones de personas. Fue así que “el jaguar de Latinoamérica”, como los economistas chilenos en los años 90’ describían a nuestro país, se sacó la máscara, revelando que solo era un lugar donde la desigualdad se acumulaba bajo la alfombra, ante la pasividad de sus habitantes y la ceguera de sus autoridades.
Las movilizaciones explotaron con tremenda fuerza, ante un Gobierno atónito, siendo calificado por la Primera Dama, Cecilia Morel como “alienígena”. Su primera respuesta: declarar Estado de Excepción y sacar a fuerzas policiales y militares a las calles, en directo enfrentamiento con los y las manifestantes, que fueron víctimas de disparos y fuerte represión por parte de Carabineros.
Habían transcurrido menos de tres días de Estado de Emergencia y el mismo presidente, Sebastián Piñera, afirmó que se trataba de “una guerra”, aunque el enemigo solo sostuviera letreros, cucharas y ollas. El saldo de esta decisión: 20 personas muertas (información corroborada hasta este momento), más de 3.500 personas detenidas, 1.100 personas heridas, según informaciones desde el Gobierno e informes del Instituto Nacional de Derechos Humanos, hasta la mañana del martes 29 de octubre. Además de esas cifras la Defensoría de la Niñez, señala que 19 niños, niñas y adolescentes recibieron impactos de perdigones, 18 fueron víctimas de daño físico y más de 240 fueron detenidos.
Pero eso no detuvo las movilizaciones: a pesar del cansancio de las continuas marchas y el miedo y angustia por la represión, el viernes 25 de octubre se logró convocar a la marcha más grande de Chile, la cual reunió a más de 1 millón doscientas mil personas, solo en la capital; escenario que se repitió en regiones y ciudades de todo el territorio. Las calles se vieron desbordadas de protesta, en postales que pasarán a la historia. Con esto se probó que, a pesar de los continuos intentos por criminalizar las manifestaciones, estas siguen siendo representativas del malestar que aqueja a todos los chilenos y chilenas: la profunda necesidad de una vida digna, donde no esté privatizado cada derecho social. Las movilizaciones han sido descritas como las más convocantes luego del plesbicito que terminó con la dictadura de Augusto Pinochet. Seguir leyendo →