“MUJER, DEJA QUE TE EXPLIQUE”: MANSPLAINING, OTRA DE LAS COSTUMBRES DE LA CULTURA MACHISTA

Por: Vannia Zárate

Es probable que en alguna situación escucharas este término o, incluso, experimentado sin darte cuenta. Pero, ¿sabes exactamente qué significa y por qué nos ocurre tanto? Se trata de una práctica ejercida mayoritariamente por hombres, quienes les explican a mujeres, ya sea por arrogancia u otras veces para hacerles creer que ningún espacio les pertenece. Quizás poseen conocimiento sobre un tema, en otras ocasiones, no tienen idea absoluta de lo que están hablando. Sin embargo, cualquiera sea el escenario, la explicación siempre emana desde la condescendencia, desde su complejo de superioridad y contribuye a la limitación de las voces, pensamientos y derechos de las mujeres.

Lo más grave, es que en el mansplaining se da por hecho que una mujer no puede tener conocimiento frente a un tema o no posee el nivel cognitivo necesario o superior a un hombre para dominar un área mejor que él.  Esta conducta precede de la imposición cultural histórica que ha invitado a las mujeres a silenciarse durante toda su vida, convirtiéndose en una obligación cumplir con el estereotipo y la típica frase “calladitas se ven más bonitas”. De esta forma, parece ser que el expresar una opinión propia o el simple hecho de comunicar públicamente, siguen siendo acciones que pueden ser analizadas y cuestionadas dependiendo del género de quien emite la información.

Imagen que refleja el silenciamiento a las mujeres por la práctica de Mansplaining.

El término fue acuñado por la escritora estadounidense, Rebecca Solnit, quien narró esta situación en su ensayo: “Los hombres me explican cosas”, señalando cómo, en reiteradas ocasiones, cientos de mujeres se han sentido ignoradas y minusvaloradas a través de un trato condescendiente. En el texto mencionado se alude a la autolimitación que ejercen las mujeres, debido al temor que se presenta ante la exposición de su pensamiento y conocimiento, los cuales, bajo el concepto en cuestión, terminan siendo ignorados, catalogados como subjetivos y carentes de veracidad.

Portada del ensayo de Rebecca Solnit: «Los hombres me explican cosas».

Por otra parte, según la Fundación HayMujeres -iniciativa que tiene por finalidad promover la voz y opinión de las mujeres en diferentes áreas-esta praxis va más allá de ser una sensación, sino que es una de las tantas causas de la marginación de las voces femeninas, por ende, su invisibilidad en los diferentes debates, medios comunicacionales y cualquier trabajo o espacio público. Esto se refleja en la Encuesta Nacional de Empleo realizada el año 2019 por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en la que solo existe un 52,7% de participación de mujeres en el mercado laboral a nivel nacional, a diferencia de un 73,8% de ocupación por hombres. Estos porcentajes exponen la desvalorización desde la que se percibe a la mujer como mano de obra y la limitación de las áreas en las que se puede desempeñar.

Encuesta Nacional de Empleo realizada por INE en el año 2019.

Si bien, cuando hablamos de Mansplaining no condicionamos su presencia a algún empleo en específico, si es posible notar una mayor incidencia en el área de la Ciencia. ¿Debido a qué se presenta este panorama? Según un estudio publicado por la revista Science en el año 2017, durante la niñez y los primeros años escolares existe una enseñanza -desde el aspecto familiar, social y educativo- marcada por los estereotipos de género. Así, se termina por fomentar la creencia de que dichos espacios mencionados solo pueden ser ocupados por hombres, lo cual se aprecia en los datos entregados por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (sucesora de la ex CONICYT) en los que se expone solo un 22% de matrículas de mujeres en el área científica.

Así también lo consideran las integrantes del colectivo Mujeres en la Ciencia Coquimbo, quienes explican que las brechas de género en ciencias comienzan en primaria gracias a los estímulos de la sociedad y la familia, lo cual desencadena en las niñas de, aproximadamente 6 años, una autopercepción de inteligencia inferior a la de los niños. Otro de los aspectos que resaltan son las pocas referencias de mujeres en dicha área, no por la inexistencia de estas, sino por el mismo hecho de desvalorizar el rol que ellas desempeñan en estos espacios.

En cuanto a las experiencias de las integrantes del colectivo frente al Mansplaining, una de ellas señala que tiene que lidiar con estas situaciones en su diario vivir, con un claro ejemplo de su padre y tíos, quienes no poseen los estudios de física que tiene ella, pero, aun así, le explican acerca de temas que son de su área de conocimiento. Otra compañera del equipo comenta que, si bien no lo ha vivido directamente, sí ha sido testigo de situaciones en las que se evidencie este término: “estuve haciendo una pasantía en un centro de investigación (no daré el nombre). Semanalmente había reuniones distendidas entre les investigadores para discutir nuevos artículos publicados. A estas reuniones asistían muchos científicos mayores, con más trayectoria. Cuando yo preguntaba cosas, por lo general había una chica joven que me contestaba de forma clara y amable y siempre terminaban los demás, todos hombres, contestando lo mismo, con palabras técnicas más rebuscadas, como si las respuestas de esta chica necesitaran ser «avaladas» por ellos”.

Fotografía que refleja la presión hacia la mujer cuando ocurre Mansplaining.

De igual manera, no podemos dejar fuera el área de la política, en la que, a pesar de evidenciarse un aumento de participación de mujeres, siguen siendo abundantes los micromachismos y el mansplaining no es una excepción. Uno de los ejemplos más recientes que podemos abordar corresponde a la situación ocurrida durante un debate en el programa “El país que queremos” de TVN, el cual constó con la presencia de diferentes candidatos y candidatas a constituyentes. Una de ellas Constanza Schonhaut, quien se vio constantemente interrumpida por dos de los candidatos al momento de comentar sus ideas- situación a la cual se le acuña el término de manterrupting– mientras que dichas intervenciones no se realizaban de una forma respetuosa, sino que siempre desde la prepotencia y una voz más elevada para demostrar “quien tiene la razón”, es decir, mansplaining.

Como podemos ver, los estereotipos de género han calado tan profundo, incluso, limitando las áreas en las que las mujeres tienen interés para desempeñarse. Las cifras, datos y experiencias reflejadas en esta nota, exponen la importancia de hablar y poner en la palestra estos temas para construir una sociedad más equitativa, en la que la mujer no se vea vulnerada en ninguno de los espacios habitables. Casos como los expuestos son miles, pero se vivencian a puerta cerrada, por lo que es fundamental corregir aquellas actitudes desde donde podamos, así estas conductas no se van repitiendo y convirtiendo en una constante intimidación a la mujer, que limita su manera de expresarse, dar a conocer sus intereses, pensamientos, en fin, comunicarse.

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