Niñez, juventudes e Internet

A finales del 2020, como ONG Amaranta realizamos un estudio en conjunto a ONU Mujeres Chile y Fundación Datos Protegidos, para investigar cómo afecta la violencia digital a niños, niñas y jóvenes y cómo esta se imbrica con la violencia de género.

Para ello, encuestamos a 956 niños, niñas y jóvenes de las ciudades de Antofagasta, Santiago y Concepción. Esta investigación consideró cuatro ejes clave, partiendo por (1) Usos de Internet; (2) Percepción de riesgo, privacidad y autocuidado (3) Violencia en Internet y autoestima; (4) Experiencias digitales en contexto COVID19.

Descarga la presentación del estudio completo aquí:

Entre los hallazgos más preocupantes, se encontraron las diferencias a la exposición de violencia en base a género. Mientras que un 22% de las niñas de entre 12 y 14 años declaraban haber vivido violencia digital, la cifra bajaba al 13% en el caso de niños de la misma edad. Además, esta cifra prácticamente se duplicaba en la adolescencia: 41% de las adolescentes de entre 15 y 18 años declararon haber sufrido violencia digital, en comparación al 24% de los hombres de su misma edad. Por ende, aunque las niñeces y juventudes en general son vulnerables en los espacios digitales, este problema afecta mayormente al género femenino.

Imagen de contexto

Además, al consultar sobre violencia sexual, un 35% de las niñas declaró haber recibido fotografías de genitales sin haberlas pedido, cifra que subía a un 51% en el caso de las adolescentes. En contraposición, solo un 3% de los niños y un 17% de los adolescentes había experimentado esta violencia. Cabe destacar que, en todos los casos, los genitales enviados sin consentimiento eran masculinos.

Junto con esto, un 32% de las niñas declaró que le habían hecho peticiones de tipo sexual, cifra que se dispara a un 47% en el caso de las adolescentes.

Karen Vergara, directora de comunicaciones y proyectos en ONG Amaranta, resaltó en una entrevista a La Tercera que cuesta hacer entender a padres y apoderados que la ciberviolencia sexual no es culpa de sus hijas, sino que tiene que ver con una “estructura social y cultural que permite ese tipo de violencia, donde vemos situaciones como el ‘bus del odio’ anunciando su regreso todo, la falta de educación sexual, la poca preparación y apoyo de las policías en estos temas que hacen que se queden calladas y no cuenten lo que viven, y solo lo hagan en espacios más íntimos como amigas”.

El estudio detectó que también los episodios de violencia afectan los niveles de autoestima, especialmente de las niñas y adolescentes: un 28% de las encuestadas indicó que le afectó en esta área.

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Otro hallazgo, fue las diferencias en los sentires tras sufrir esta violencia. Las niñas y adolescentes sintieron principalmente: rabia (47%), asco (47%), tristeza (31%), les dio risa (30%), miedo (26%) y ansiedad (24%). Además, un 11% de ellas pensó en hacerse daño a sí mismas tras sufrir esta violencia.

Mientras que los niños y adolescentes declararon que les dio risa (60%), no sintieron nada (30%) o sintieron rabia (24%). Esto se debe precisamente a los estereotipos de género, que imponen que los hombres no pueden ser «sensibles», lo cual impide que reconozcan a tiempo sus malestares (con todas las consecuencias que puede tener a largo plazo).